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En este primer trabajo del año tuvimos que hacer un cuento en base a una imagen. Esta imagen tenía un epigrafe y un título que debíamos agregar.

 

 

Capitán Tory

Era un día nublado y gris en la gran ciudad de Londres, y el pequeño John, de doce años, no tenía mejor cosa que hacer que mirar cómo se empañaba el vidrio de la pequeña ventana de su habitación. Miraba como las personas pasaban tranquilamente por las frías calles londinenses, mientras pensaba en sus padres y en lo que les había sucedido.

Cuando él tenía ocho años, sus padres habían muerto en un trágico accidente de tránsito, y como no tenía otra familia a quien acudir, decidieron enviarlo a un orfanato hasta que alguien decidiera adoptarlo o en caso extremo, se quedara hasta que tuviera edad legal para valerse por sí mismo.

Pero a pesar de eso, John seguía teniendo esperanzas y sueños que lo mantenían fuerte. Además  el orfanato no le parecía tan malo en comparación con vivir en la calle. Quizás no tenía muchos amigos y la comida no era la más exquisita, pero él se conformaba. Y lo que más le gustaba era mirar por la ventana de su pequeña habitación, la flota qué embarca en la playa, cerca del orfanato. Amaba ver las velas de los barcos acercarse hacia la costa, y cómo los marineros bajaban de la nave para reencontrarse con sus familias.

Y eso mismo estaba haciendo ahora, ya que había escuchado a las cocineras durante el almuerzo, que hablaban sobre el regreso de uno de los barcos. Así que no dudo en volver a su habitación al finalizar de comer.

Sonrió al ver los abrazos y las bienvenidas que se daban los marineros con sus familias. Pero algo o mejor dicho alguien, le llamó la atención. Un marinero bajó del barco y en vez de reunirse con los otros, se fue de allí. Por lo que pudo observar, parecía joven, de unos veinte años aproximadamente, e iba a seguir viendo pero el muchacho se alejó, perdiéndose entre la espesa neblina.

Al otro día las cosas ocurrieron normalmente, excepto porque todos los niños estaban comentando que un muchacho joven estaba en el orfanato, y al parecer dispuesto a adoptar. Pero John no se interesó por eso, ya que generalmente las personas que iban allí buscando un niño, preferían que sean pequeños, y él teniendo doce años, dudaba mucho que lo fueran a elegir.

Así que sin preocuparse por arreglarse para causar una buena impresión, decidió vagar por los pasillos del edificio. Y con la mirada perdida y su mente en cualquier lado, no se dio cuenta de que alguien iba en sentido contrario a donde él iba, hasta que sintió como chocó con una persona.

“Ten cuidado”, le dijo el desconocido y cuando John subió la mirada se encontró con el mismo muchacho que había observado el día anterior. Solo que ahora no estaba con el uniforme de marinero, y pudo ver que tenía el cabello castaño oscuro en forma de rizos y tenía los ojos verdes brillantes, que le hacían recordar a alguien.

“Lo siento”, murmuró el chico, dispuesto a irse, pero el desconocido lo detuvo por el hombro y se lo quedó mirando por unos segundos. “¿Cómo te llamas?”, preguntó. “Soy John”, dijo de forma cortante y simplemente se marchó de vuelta a su habitación.

No sabía por qué había hecho eso, pero sintió una sensación extraña, como si ya conociera a ese chico de antes.

Unas horas más tarde, la directora del orfanato lo citó a su oficina, diciendo que tenía buenas noticias para él. Y al entrar al despacho, se encontró a la directora sentada detrás del escritorio con una sonrisa y charlando animadamente con el mismo chico con el que chocó antes.

La directora le dijo que tomara asiento y le comenzó a explicar porqué estaba ahí y quién era ese muchacho. De todo lo que la señora dijo solo entendió que el chico se llamaba Harry y que al parecer era hijo de su tío, James, hermano de su padre. Solo que no se pudo ir con ellos debido a que James había muerto unos meses antes del accidente porque estaba muy enfermo y Harry se enlistó en la marina y no supo lo que había sucedido hasta hace unas semanas atrás cuando le llegó una carta atrasada, explicándole todo lo que había pasado.

Cuando toda la situación quedó aclarada Harry lo miró con una sonrisa y le dijo “¿listo para irte de aquí?” y él solo pudo ser capaz de asentir debido al shock que tenía. Entonces fue a su habitación y John guardó todas sus pertenencias y fue hacia la entrada del orfanato, donde Harry lo esperaba. “¿Y a dónde iremos?” Se atrevió a preguntar, “a donde nos lleve la corriente” contestó con una sonrisa, señalando hacia la oscuridad de la noche. Y el niño no entendía a qué se refería hasta que sacó un pequeño objeto de un bolso, y por lo que vio era un farol.

Así que movió su farol tres veces y lentamente apareció la goleta, haciendo que se formara una sonrisa en el rostro del pequeño, quien preguntó si viajaran allí y al ver que él asentía con la cabeza, una felicidad y emoción lo invadió. Y al acercarse al barco pudo ver que el nombre de este era “Capitán Tory”, el que sería su nuevo hogar.

 

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